El precio de no saber esperar
Cómo la prisa puede sabotear tus avances sin que te des cuenta.
En mi casa, la impaciencia arrasaba con todo.
Todo era para ya. Las respuestas, los resultados, las soluciones.
No se contemplaba la espera. Ni la pausa. Ni el proceso.
Crecí con esa prisa por llegar, por cumplir, por tenerlo todo claro y todo hecho… cuanto antes.
La impaciencia era casi una virtud. Y durante años la utilicé a mi favor.
Pero con el tiempo descubrí algo:
La impaciencia no es ninguna aliada.
Ni para emprender. Ni para encontrarte.
Ni para querer bien. Ni para crecer de verdad.
Y hoy quiero contarte por qué.
La impaciencia no es acción, es presión
Muchas veces confundimos impaciencia con impulso.
Pensamos que si queremos algo ya, es porque estamos motivadas.
Pero en realidad, la impaciencia suele venir del miedo.
Miedo a no llegar.
Miedo a perder oportunidades.
Miedo a quedarte atrás, a no ser suficiente, a que el mundo avance sin ti.
Y lo que empieza como un deseo legítimo, termina en ansiedad.
Porque vivir corriendo no es vivir avanzando.
Y presionarte no es igual que moverte desde la confianza.
Cuando la prisa se convierte en una forma de vida
La impaciencia muchas veces no nace de ti.
Se hereda. Se aprende. Se respira.
De lo que viste en casa.
De lo que te enseñaron sobre “ser productivo”, “tener éxito” o “llegar lejos”.
De una sociedad que premia la inmediatez y penaliza el proceso.
Y sin darte cuenta, empiezas a exigirte lo imposible:
Que todo llegue rápido. Que todo salga bien. Que tú siempre estés listo.
Hasta que un día te das cuenta de que esa prisa no te está llevando a ninguna parte.
Solo te está desconectando del momento presente.
Por qué es tan importante cultivar la paciencia
Porque nada que merece la pena llega deprisa.
Ni una empresa. Ni una relación. Ni una nueva versión de ti.
Los cambios de verdad tardan. La confianza se construye.
El sentido aparece cuando dejas de forzarlo.
La paciencia no es resignación. Es respeto por los ritmos.
No es pasividad. Es presencia.
No es dejar de hacer. Es dejar de exigirte que todo ocurra en tu tiempo ideal.
Lo que me ha enseñado mi propia impaciencia
Me ha costado verlo.
Porque yo también soy impaciente por naturaleza.
Porque lo viví, lo mamé, lo convertí en hábito.
Y todavía hay días en los que la impaciencia se apodera de mí.
Pero cuando eso pasa, me recuerdo:
Que estoy sembrando.
Que aunque no vea todavía los frutos, hay raíces que ya están calando.
Que no todo se mide en resultados visibles.
Y que muchas veces, el verdadero progreso ocurre en silencio.
Cómo empezar a abrazar la paciencia
🌱 Obsérvate cuando te impacientas
¿En qué momentos aparece? ¿Con qué temas se activa? ¿Qué te estás diciendo en esos momentos? Tomar conciencia es el primer paso para suavizar la urgencia.
🌱 Haz las paces con el proceso
Repite esta frase: “Estoy en camino. No tengo que llegar hoy.”
Y si puedes, escribe lo que ya has logrado, lo que ya has recorrido. Verás que no estás tan lejos como crees.
🌱 Suelta el calendario ideal
No pasa nada si te lleva más tiempo. No hay un “cuando deberías”. Hay un “cuando estés lista”. Y eso vale más que cualquier línea de tiempo inventada.
🌱 Pregúntate: ¿de dónde viene esta prisa?
¿Quién te dijo que tenías que llegar ya?
¿A quién tratas de demostrarle algo?
¿Y qué pasaría si confiaras en tu ritmo?
🌱 Haz pequeños rituales de calma
Medita unos minutos cada mañana. Respira profundo antes de actuar. Camina sin mirar el reloj. Escribe sin buscar la conclusión perfecta. Todo eso también es avanzar.
Tu impaciencia no te define
No estás mal por quererlo todo ya.
No estás roto si a veces no sabes esperar.
Solo estás aprendiendo a vivir de otra manera.
Un sitio más amable. Más presente. Más real. Y con más paz.
Porque tú también mereces una vida sin tanta presión interna.
Una vida donde el tiempo no sea un juez, sino un compañero.
Una vida donde vayas y evoluciones a tu ritmo.
Y ahora dime…
¿Qué pasaría si confiaras un poco más en tu propio proceso?
¿Y si en lugar de exigirte resultados, empezaras a apoyarte en el camino?
Nos leemos el próximo domingo,
sin prisa,
con paciencia.
💛 Teresa
Yo también he vivido eso de ir con prisas siempre y más en esta sociedad que premia la productividad...No me había dado cuenta de que la impaciencia puede venir del miedo. Me ha hecho reflexionar😊 Al menos sí que estoy intentando vivir más desde la calma o al menos tomarme mi tiempo para parar.