¿Te ha pasado que, de repente, todo se para?
En España y algunos países de Europa ha pasado esta semana.
Lo cierto es que la primera reacción es el pánico. Vivimos tan en automático que nuestro primer impulso es ese.
El móvil no carga.
Internet no responde.
Que no hay ruido, ni notificaciones, ni pantallas encendidas.
Solo tú, el silencio y el tiempo pasando más lento de lo habitual.
Eso que parece un fallo técnico —un apagón, una caída de red, un error en el sistema—, en realidad puede servir como espejo.
Un recordatorio de algo que no queremos mirar.
Si te ha parecido horrible el apagón y se te ha hecho largo, quizás deberías empezar a cuestionarte algunas cosas.
Mirar dentro
Vivimos a 100 por hora, corriendo detrás de listas interminables de tareas, de mensajes que contestar, de compromisos que atender.
Vivimos conectados, pero ¿conectados a qué?
Cuando el mundo se apaga, nos quedamos a solas con nosotros mismos.
Y ahí aparece algo incómodo: el vacío que a veces tapamos con el ruido.
La prisa que usamos para no sentir.
Porque parar da vértigo.
Parar nos enfrenta a preguntas que no caben en un calendario de reuniones ni en una bandeja de entrada.
Preguntas como:
¿Estoy donde quiero estar?
¿A qué le estoy dedicando mi energía?
¿Estoy viviendo o solo sobreviviendo?
Y no es casualidad que nos cueste tanto estar en silencio.
Hemos aprendido a medir nuestro valor en base a lo que hacemos y tenemos.
A poner nuestro foco fuera, en vez de dentro. Ignorando lo que somos.
Por eso, cuando todo se apaga, muchos sentimos ansiedad.
Inquietud.
Como si hubiéramos perdido algo.
Cuando en realidad lo que estamos perdiendo... es el ruido. Estamos buscando la dirección. Encontrando la paz.
Y entonces, si nos damos permiso para estar ahí, en esa pausa obligada, puede pasar algo mágico:
Que el corazón hable.
Que la mente descanse.
Que las prioridades se coloquen.
Porque el silencio incomoda, sí.
Pero también sana.
Quizá el apagón no era un error.
Quizá era una invitación.
Una invitación a parar.
A respirar.
A reconectar.
¿Cómo aprovechar esos momentos de "apagón"?
💡 1. Respira consciente
Deja que el aire entre y salga. Sin prisa. Sin forzar. Solo respirando.
💡 2. Observa tus pensamientos sin juzgar
No necesitas cambiarlos. Solo ver qué aparece cuando no estás "haciendo".
💡 3. Pregúntate qué necesitas de verdad
Más allá de lo urgente. ¿Qué te está pidiendo tu cuerpo, tu mente, tu corazón?
💡 4. Recupera un pequeño ritual sin pantallas
Leer, escribir a mano, caminar, cocinar, cerámica… algo que no dependa de estar conectado.
💡 5. Recuerda: no necesitas ser productiva todo el tiempo
Estar en calma también es un logro. También es un acto de amor propio.
El silencio no es vacío: es espacio para volver a ti
¿Qué pasaría si empezaras a crear tus propios "apagones" voluntarios?
Momentos para pararte sin necesidad de que el mundo lo haga por ti.
Momentos para escucharte antes de que el ruido vuelva a ocuparlo todo.
Quizá no necesites más horas en el día.
Quizá solo necesites más espacio dentro de ti.
Así que te dejo una pregunta para esta semana:
¿Qué momento vas a regalarte cuando el mundo vuelva a “encenderse”?
Nos leemos el próximo domingo,
💛 Teresa
Me encantó está reflexión y la metáfora de la luz. Es verdad que cuando todo afuera se apaga, es una oportunidad para que algo dentro nuestro se encienda. Hace poco, me tocó frenar el ritmo a través de un cambio en mi trabajo. ¡Fue mi apagón personal! Son esos momentos que nos ayudan a poner las cosas en perspectiva, si aprovechamos la chance. Muchas gracias por compartir tu experiencia. ❤️