Desde pequeños, nos enseñan a gustar.
A portarnos bien.
A decir que sí.
A no levantar la voz.
A no molestar.
A no ser demasiado.
A ser buenos, obedientes, educados. A que nos quieran. Y nos acepten.
Y claro, ¿quién no quiere sentirse querido? ¿Quién no quiere que le vean, que la reconozcan, que le digan “lo estás haciendo bien”?
No es casualidad.
Crecemos en una sociedad donde el aplauso está fuera.
Donde si sacas buenas notas, te premian.
Si haces las cosas “como toca”, te dicen “qué bien”.
Si cumples con las expectativas de los demás, te sonríen, te aceptan, te valoran.
Y entonces, sin darte cuenta, empiezas a vivir para gustar.
Para encajar.
Para ser “la buena”.
Para no defraudar.
Empiezas a medir tu valía en función de las reacciones externas:
El “estás cumpliendo con tu deber” de tu padre.
El like en Instagram.
El “qué bien lo haces” de tu jefe.
El “me inspiras” de tu amiga.
Pero, ¿y si un día no hay like?
¿Y si nadie te dice nada?
¿Y si el mundo no aplaude lo que haces?
Ahí es donde aparece la trampa: te sientes pequeñita, dudosa, cuestionándote si vales, si lo estás haciendo bien, si eres suficiente.
Te empiezas a exigir más: a hacer más, a esforzarte más, a intentar demostrar más.
Y la rueda nunca para.
Porque siempre habrá algo que podrías hacer mejor.
Siempre habrá alguien que no vea tu esfuerzo.
Siempre habrá alguien que no te dé la palmadita que estabas esperando.
El espejo de la vida
Te voy a contar algo que he aprendido:
La vida es un espejo.
Cuando más te duele no recibir reconocimiento fuera, más te está mostrando la vida lo que no te estás dando tú.
Si te duele que no valoren tu esfuerzo, pregúntate: ¿Me estoy valorando yo?
Si te duele que no te escuchen, pregúntate: ¿Me estoy escuchando yo?
Si te duele que no te reconozcan como mereces, pregúntate: ¿Estoy reconociendo mis propios logros?
No es fácil.
Porque hemos aprendido a buscar fuera lo que necesitamos dentro.
Pero la verdadera libertad empieza cuando dejas de pedir aprobación y empiezas a darte a ti lo que buscas.
El permiso que no necesitas
Hoy quiero invitarte a que te hagas esta pregunta:
¿A quién quiero impresionar?
¿A tu madre?
¿A tu pareja?
¿A tus amigos?
¿A tu jefe?
Y luego pregúntate:
¿Por qué necesito que ellos me validen?
¿Qué parte de mí misma no estoy viendo?
¿Qué parte de mí necesita un abrazo, una palabra de aliento, un “lo estás haciendo bien”?
Porque la verdad es que no necesitas permiso.
No necesitas gustar a todo el mundo. No necesitas demostrar nada.
Tu valor no depende de que te den un “me gusta”.
Ni de que te den la razón.
Ni de que piensen que eres la más lista, la más guapa, la más trabajadora.
Tu valor está en ti.
En quién eres.
En cómo sientes.
En lo que aportas al mundo, aunque nadie lo vea.
La práctica de esta semana
La próxima vez que sientas que necesitas aprobación, haz una pausa. Respira profundo.
Pregúntate: “¿Qué es lo que estoy buscando fuera que no me estoy dando dentro?”
Escríbelo. Haz una lista.
Y dite: “Yo me reconozco por todo lo que soy. No necesito demostrar nada.”
Hazlo todos los días si hace falta. Porque es un trabajo diario.
No se trata de hacerlo perfecto. Se trata de recordarte, una y otra vez, que tu valor no depende de nadie más que de ti.
Y ahora dime:
¿Qué es eso que quieres que los demás te reconozcan?
¿Qué pasaría si empezaras a reconocerlo tú primero?
¿Cómo cambiaría tu vida si dejaras de necesitar el aplauso de fuera y empezaras a darte el tuyo propio?
Nos leemos el próximo domingo,
💛 Teresa
Gracias por tus palabras Teresa. Así es, mi hija Tessa, mismo nombre que tu ✨siempre le digo que ella y todos somos únicos y especiales. Y que lo importante sea ropa, pelo etc es que a ella SÍ le guste. Luego habrá otras personas que les podrá gustar mucho, poco o nada...
Teresa precioso ✨escrito y muy real. Yo aprendí a decirme a mi misma frente al espejo "TQ, eres suficiente tal y como eres", al principio me parecía extraño, pero tras el efecto que hacía en mi, seguí... A mi hija pequeña Tessa, le digo cada día que todos somos únicos y especiales y dejo que decida ella, como vestirse por ejemplo, aunque me parezca que no le combina, dejo que lo que ha decidido ponerse sea lo que lleve, porque entiendo que así le doy valor, le digo con esas acciones que no necesita validación externa, que lo que ella decida estará bien. Gracias por tu escrito ✨